La cocina de noche

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«Tal como lo hiciera con Donde viven los monstruos, Maurice Sendak hace uso de la imaginación de los niños para narrar lo que sucede en La cocina de noche. Esta vez el protagonista del relato es Miguel, quien intenta dormir en su habitación pero no lo logra, porque escucha unos ruidos tras su pared. Al no conciliar el sueño, grita, chilla, pierde su pijama y comienza a volar. Sólo la luna será testigo de lo que va a suceder a continuación: Miguel aterriza en una masa que está en la cocina. Ahí se encuentra con tres pasteleros que lo bañan con levadura y huevos para el pastel que quieren preparar. Lo llevan al horno, pero él se resiste y vuela directo a una masa de pan, para formar con ella su propia avioneta. Entonces, en una hermosa ilustración que completa dos páginas, vemos el cielo estrellado, la luna y la cocina, como una ciudad de noche en todo su esplendor.

La cocina de noche fue publicado originalmente en 1970 por Harper Collins y reeditado por Kalandraka, por primera vez en español, en 2014. La importancia de esta edición radica en el rescate de una obra que en su época fue censurada debido a que, supuestamente, contenía ilustraciones con connotaciones eróticas. Sin embargo, hoy en día estas mismas no hacen más que evocar un tiempo en que la vida familiar transcurría dentro de la cocina y donde el afecto materno se expresaba a través de la comida, debido a la dedicación y al tiempo, cada vez más escaso, necesarios para cocinar. Además, lo que ilustra el autor es un espacio en pleno funcionamiento y que muchas veces es negado a los niños. ¿No es esta prohibición razón de sobra para alimentar la imaginación? Gracias a esto, nos encontramos ante un libro que muestra una historia excepcional sin abandonar el espacio doméstico. Con personajes igual de cotidianos y con un desenlace que no busca más que explicar el origen del pastel que disfrutamos al desayuno.

Finalmente, tanto en el título como en las ilustraciones podemos darnos cuenta de la influencia que ejerce la noche en la capacidad imaginativa de los niños, idea que se reafirma a lo largo del libro: la luna y las estrellas serán el telón de fondo durante todo el viaje de Miguel por la cocina. Es más, mientras avanzamos en el relato, más visibles son, hasta que el sol comienza a aparecer para dar fin a la historia. Porque es justamente cuando el sol se esconde que la imaginación de los niños pareciera desarrollarse en toda su capacidad. Cuando todos duermen y el silencio llega, hasta los más insignificantes ruidos o movimientos son los que darán vida a una nueva aventura.» Reseña de María Jesús Blanche 

 

Escrito e ilustrado por: Maurice Sendak

Editorial: Kalandraka

 

l como lo hiciera con Donde viven los monstruos, Maurice Sendak hace uso de la imaginación de los niños para narrar lo que sucede en La cocina de noche. Esta vez el protagonista del relato es Miguel, quien intenta dormir en su habitación pero no lo logra, porque escucha unos ruidos tras su pared. Al no conciliar el sueño, grita, chilla, pierde su pijama y comienza a volar. Sólo la luna será testigo de lo que va a suceder a continuación: Miguel aterriza en una masa que está en la cocina. Ahí se encuentra con tres pasteleros que lo bañan con levadura y huevos para el pastel que quieren preparar. Lo llevan al horno, pero él se resiste y vuela directo a una masa de pan, para formar con ella su propia avioneta. Entonces, en una hermosa ilustración que completa dos páginas, vemos el cielo estrellado, la luna y la cocina, como una ciudad de noche en todo su esplendor.

Nos encontramos ante un libro que muestra una historia excepcional sin abandonar el espacio doméstico.

La cocina de noche fue publicado originalmente en 1970 por Harper Collins y reeditado por Kalandraka, por primera vez en español, en 2014. La importancia de esta edición radica en el rescate de una obra que en su época fue censurada debido a que, supuestamente, contenía ilustraciones con connotaciones eróticas. Sin embargo, hoy en día estas mismas no hacen más que evocar un tiempo en que la vida familiar transcurría dentro de la cocina y donde el afecto materno se expresaba a través de la comida, debido a la dedicación y al tiempo, cada vez más escaso, necesarios para cocinar. Además, lo que ilustra el autor es un espacio en pleno funcionamiento y que muchas veces es negado a los niños. ¿No es esta prohibición razón de sobra para alimentar la imaginación? Gracias a esto, nos encontramos ante un libro que muestra una historia excepcional sin abandonar el espacio doméstico. Con personajes igual de cotidianos y con un desenlace que no busca más que explicar el origen del pastel que disfrutamos al desayuno.

Finalmente, tanto en el título como en las ilustraciones podemos darnos cuenta de la influencia que ejerce la noche en la capacidad imaginativa de los niños, idea que se reafirma a lo largo del libro: la luna y las estrellas serán el telón de fondo durante todo el viaje de Miguel por la cocina. Es más, mientras avanzamos en el relato, más visibles son, hasta que el sol comienza a aparecer para dar fin a la historia. Porque es justamente cuando el sol se esconde que la imaginación de los niños pareciera desarrollarse en toda su capacidad. Cuando todos duermen y el silencio llega, hasta los más insignificantes ruidos o movimientos son los que darán vida a una nueva aventura.

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l como lo hiciera con Donde viven los monstruos, Maurice Sendak hace uso de la imaginación de los niños para narrar lo que sucede en La cocina de noche. Esta vez el protagonista del relato es Miguel, quien intenta dormir en su habitación pero no lo logra, porque escucha unos ruidos tras su pared. Al no conciliar el sueño, grita, chilla, pierde su pijama y comienza a volar. Sólo la luna será testigo de lo que va a suceder a continuación: Miguel aterriza en una masa que está en la cocina. Ahí se encuentra con tres pasteleros que lo bañan con levadura y huevos para el pastel que quieren preparar. Lo llevan al horno, pero él se resiste y vuela directo a una masa de pan, para formar con ella su propia avioneta. Entonces, en una hermosa ilustración que completa dos páginas, vemos el cielo estrellado, la luna y la cocina, como una ciudad de noche en todo su esplendor.

Nos encontramos ante un libro que muestra una historia excepcional sin abandonar el espacio doméstico.

La cocina de noche fue publicado originalmente en 1970 por Harper Collins y reeditado por Kalandraka, por primera vez en español, en 2014. La importancia de esta edición radica en el rescate de una obra que en su época fue censurada debido a que, supuestamente, contenía ilustraciones con connotaciones eróticas. Sin embargo, hoy en día estas mismas no hacen más que evocar un tiempo en que la vida familiar transcurría dentro de la cocina y donde el afecto materno se expresaba a través de la comida, debido a la dedicación y al tiempo, cada vez más escaso, necesarios para cocinar. Además, lo que ilustra el autor es un espacio en pleno funcionamiento y que muchas veces es negado a los niños. ¿No es esta prohibición razón de sobra para alimentar la imaginación? Gracias a esto, nos encontramos ante un libro que muestra una historia excepcional sin abandonar el espacio doméstico. Con personajes igual de cotidianos y con un desenlace que no busca más que explicar el origen del pastel que disfrutamos al desayuno.

Finalmente, tanto en el título como en las ilustraciones podemos darnos cuenta de la influencia que ejerce la noche en la capacidad imaginativa de los niños, idea que se reafirma a lo largo del libro: la luna y las estrellas serán el telón de fondo durante todo el viaje de Miguel por la cocina. Es más, mientras avanzamos en el relato, más visibles son, hasta que el sol comienza a aparecer para dar fin a la historia. Porque es justamente cuando el sol se esconde que la imaginación de los niños pareciera desarrollarse en toda su capacidad. Cuando todos duermen y el silencio llega, hasta los más insignificantes ruidos o movimientos son los que darán vida a una nueva aventura.

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l como lo hiciera con Donde viven los monstruos, Maurice Sendak hace uso de la imaginación de los niños para narrar lo que sucede en La cocina de noche. Esta vez el protagonista del relato es Miguel, quien intenta dormir en su habitación pero no lo logra, porque escucha unos ruidos tras su pared. Al no conciliar el sueño, grita, chilla, pierde su pijama y comienza a volar. Sólo la luna será testigo de lo que va a suceder a continuación: Miguel aterriza en una masa que está en la cocina. Ahí se encuentra con tres pasteleros que lo bañan con levadura y huevos para el pastel que quieren preparar. Lo llevan al horno, pero él se resiste y vuela directo a una masa de pan, para formar con ella su propia avioneta. Entonces, en una hermosa ilustración que completa dos páginas, vemos el cielo estrellado, la luna y la cocina, como una ciudad de noche en todo su esplendor.

Nos encontramos ante un libro que muestra una historia excepcional sin abandonar el espacio doméstico.

La cocina de noche fue publicado originalmente en 1970 por Harper Collins y reeditado por Kalandraka, por primera vez en español, en 2014. La importancia de esta edición radica en el rescate de una obra que en su época fue censurada debido a que, supuestamente, contenía ilustraciones con connotaciones eróticas. Sin embargo, hoy en día estas mismas no hacen más que evocar un tiempo en que la vida familiar transcurría dentro de la cocina y donde el afecto materno se expresaba a través de la comida, debido a la dedicación y al tiempo, cada vez más escaso, necesarios para cocinar. Además, lo que ilustra el autor es un espacio en pleno funcionamiento y que muchas veces es negado a los niños. ¿No es esta prohibición razón de sobra para alimentar la imaginación? Gracias a esto, nos encontramos ante un libro que muestra una historia excepcional sin abandonar el espacio doméstico. Con personajes igual de cotidianos y con un desenlace que no busca más que explicar el origen del pastel que disfrutamos al desayuno.

Finalmente, tanto en el título como en las ilustraciones podemos darnos cuenta de la influencia que ejerce la noche en la capacidad imaginativa de los niños, idea que se reafirma a lo largo del libro: la luna y las estrellas serán el telón de fondo durante todo el viaje de Miguel por la cocina. Es más, mientras avanzamos en el relato, más visibles son, hasta que el sol comienza a aparecer para dar fin a la historia. Porque es justamente cuando el sol se esconde que la imaginación de los niños pareciera desarrollarse en toda su capacidad. Cuando todos duermen y el silencio llega, hasta los más insignificantes ruidos o movimientos son los que darán vida a una nueva aventura.

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Tal como lo hiciera con Donde viven los monstruos, Maurice Sendak hace uso de la imaginación de los niños para narrar lo que sucede en La cocina de noche. Esta vez el protagonista del relato es Miguel, quien intenta dormir en su habitación pero no lo logra, porque escucha unos ruidos tras su pared. Al no conciliar el sueño, grita, chilla, pierde su pijama y comienza a volar. Sólo la luna será testigo de lo que va a suceder a continuación: Miguel aterriza en una masa que está en la cocina. Ahí se encuentra con tres pasteleros que lo bañan con levadura y huevos para el pastel que quieren preparar. Lo llevan al horno, pero él se resiste y vuela directo a una masa de pan, para formar con ella su propia avioneta. Entonces, en una hermosa ilustración que completa dos páginas, vemos el cielo estrellado, la luna y la cocina, como una ciudad de noche en todo su esplendor. - See more at: http://www.fundacionlafuente.cl/recomendados/recomendado/la-cocina-de-noche/#sthash.po321HM4.dpuf